PRENSA - ÁRBOLES
Dijo la Crítica
Dijo la Crítica

Árboles es una composición fragmentaria sobre la vida de una mujer en orfandad. Isolina transita sin padre ni madre, y plena de contradicciones y vacíos, diferentes edades y estados (la niñez, el amor, el abandono, la vida cotidiana, la maternidad, la vejez) y elabora con distintas estrategias (desde la mística a la cínica) esa ausencia inevitable que porta y que la constituye.

No se hallará un relato coherente ni un único hilo narrativo. Sólo retazos. Intensidades pasajeras que quiebran la espera y el silencio. Ideas que se fugan, imágenes que se desvanecen pero dejan su huella en el oído, en la retina, en el pecho. La impresión de un estado, de sucesivos estados: huir, llorar, consolar, correr, abrazar, querer saber, amenazar, negar, repudiar, desear, querer estar allí y a la vez, dejar de estarlo. ¿Cuántos más? ¿Cuáles más?


Dos presencias dialogan con la protagonista con códigos propios: el músico-padre que se abstrae en su instrumento y una criatura subterránea pero volátil que sabe mucho más de lo que Isolina puede decir de su indecible historia de origen.


Tres árboles (el árbol de dátiles bajo el que su madre sedujo a su padre, la eufornia del patio de la casa donde habita hoy y el árbol de paltas de la plazoleta que atravesó toda su infancia camino a la escuela, que resulta ser el sitio en que cayó su padre) devuelven cierta posibilidad de ilación a esta historia. Un collage poético que apuesta a poner en palabras, en actos, en imágenes y en sonidos y silencios lo que implica vivir en esta particular y definitiva condición de soledad.



Ana Longoni



Afirman los teólogos que la conservación de este mundo es una perpetua creación, y que los términos conservar y crear, tan enemistados aquí, son sinónimos en el cielo.


Árboles es la realización de una idea que fue conservándose en el tiempo y tomando forma en cada uno de nosotros. Es también la certeza de que con trabajo y convicción se puede dar vida a un proyecto, transformarlo, crearlo.


Inspirada en lecturas de poesía y en historias personales el motor fue la necesidad de hacer y decir.


Le preceden a este trabajo muchos años de entrenamiento y participación en producciones ajenas; luego, el dulce nacimiento de mi hija, y finalmente la vuelta al trabajo, con una energía nueva y el deseo postergado.


Sostenida en un material que no tenía forma pero si muchos meses de trabajo en el espacio busqué a Ana Alvarado para que me orientara un poco. Me presentó a Ana Longoni y ella, su poesía. Nos pusimos a escribir y re-escribir, y con obsesiones, temores y recuerdos se fueron armando las escenas.


Al poco tiempo se sumaron Cintia con su enorme capacidad de trabajo y Daniel con la sensibilidad de su música, y formamos un equipo que -siento- no pudo haber sido mejor.


Hoy espero poder comunicarles sentimientos e imágenes que me habitan, y sobre todo la convicción de que el arte existe cuando hay algo que comunicar, y cuando es así, la gente se agrupa por el deseo de crear y conservar. Y eso basta.



Maria Morales Miy





Las conocí a una mucho y a otra poco, hace apenas unos días. Las junté hace instantes. Y ya hicieron juntas un excelente trabajo que se escribe a cuchillo en el tronco flexible y sustancioso del cuerpo de María.


Primero fue Ana, después María. Una se escondió en un ropero y no encontró los zapatos de su padre. La otra se perdió a la hora de la siesta cuando buscaba su nombre.


Llegadas de algún otro lugar donde transcurrió su infancia. Jóvenes y sabias.


"Arboles" es una miniatura, de apretada belleza.


Ana Alvarado