PRENSA - ÁRBOLES
Dijo la Crítica
“ÁRBOLES”: Memoria fragmentada
por Diego Braude
16/6/2006

Una mujer intenta recomponer el rompecabezas de su vida, la ausencia de su madre, la presencia ausente de su padre, su propio origen. Para reestructurar ese recuerdo, sin embargo, “áRBOLES” recurre a una teatralidad del fragmento, del texto teatral como poético, transformándolo en imágenes, como si presente y pasado fueran en realidad un borroso edificio onírico.


Críptico trabajo si se pretende una aproximación meramente racional, porque las conexiones narrativas están sueltas y, por momentos, parecen ir hacia delante y hacia atrás simultáneamente y porque los personajes que se hacen presentes se muestran más fantásticos que realistas.


“áRBOLES” es casi alucinógena en su aproximación visual y poética. Un cuadrado marcado y delineado, en el cual se yuxtaponen elementos que hacen recordar a un quirófano (¿un parto? ¿una excursión quirúrgica de la memoria?). La protagonista, encerrada en dicha breve geografía, es rodeada permanentemente por la figura de un músico (su padre), cuyo único diálogo (al margen de alguna intervención oral específica), es a través de su instrumento (su recorrer el espacio a su vez permite otro trabajo simultáneo de planos sonoros – un sonido que a su vez marcaría los límites espaciales en que la protagonista puede moverse). La protagonista se desdobla asimismo en tres personajes: la mujer, su madre ausente, y otro más ligado a un ente maravilloso que es quien posee el conocimiento pero sólo lo comparte a través de versos oscuros. Son las visiones incompletas de una mujer-niña, que oscila entre la melancolía y el dolor rabioso por el abandono o el desconocimiento, por la pieza faltante.


Texto, espacio, sonido, luz y cuerpo se entrelazan (por momentos, quizás con cierta excesiva demostración de virtuosismo), si se puede dejar de lado la aproximación lineal y puramente racional, con fuerza y poesía. La voz, trabajada a manera de instrumento, se transforma, le da color a las palabras, incluso a veces independientemente de su contenido. Las palabras, por su parte, flotan, revolotean, en una fragmentación que a veces dificulta su hilación (recurso de hecho buscado adrede y que a su vez también va generando una atmósfera determinada), construyendo un mundo onírico, trágico y maravilloso, de imágenes melancólicas.
Espacio, luz y objetos funcionan casi como una instalación que genera significados por sí misma, alimentando de esta manera al conjunto.


Esta mujer que busca su identidad, sólo puede armarla a partir de retazos incompletos e inconexos, completando el resto de forma poética, como en la fantasía del niño que fue o quedó abandonado, que llena los huecos de un relato con elementos de una mitología fantástica.

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