PRENSA - EL CORAZON DEL INCAUTO
Diario La Nación
Melodrama campero con grandes actores
por Pablo Mascareño
MARTES 19 DE AGOSTO DE 2014

Nuestra opinión: Muy buena

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Los laberínticos y misteriosos senderos del amor no siempre conducen a lo sublime y celestial de este sentimiento. El amor también puede ser una tragedia que arrastra al horror. Y es en esta tensión, de apariencia discordante, donde se instala el profundo relato rural de Patricia Suárez y Sandra Franzen.

Década del 20 del siglo pasado. Un campo en la inmensidad de la llanura solitaria. Silencios solo interrumpidos por los sonidos ásperos de la naturaleza. Afonías que esconden lo no permitido para la moralidad aceptada. Mutismos que encubren lo indecible en el seno de un matrimonio de inmigrantes italianos que trabaja su tierra en un transcurrir de la vida teñido por una rutina perturbadora.


Puertas adentro, algunos códigos se ponen en práctica en el ejercicio del erotismo, la sexualidad y el deseo insatisfecho. Son justamente esos apetitos no saciados los que signan el día a día de esta pareja chúcara, precaria. Ella se aferra al fanatismo camuflado en fe para pedir por una maternidad que no se concreta. Él, se transforma en Ángeles para desarrollar su femineidad en complicidad con la propia esposa, canalizando así una fantasía, un deseo no concretado e intolerable para el afuera. En el medio, un peón enamorado de esa mujer ficticia. Será este lazo inesperado el que romperá esa rutina patológica de acciones repetidas y sentimientos acorazados. Será ese amor del ingenuo el que sembrará el germen de la tragedia acaso inevitable.

Teñida por la atmósfera del melodrama, El corazón del incauto trasciende su propio universo para hablar del amor, de sus contradicciones y sobre las consecuencias de la manipulación ejercida en el otro a través de la pasión. La pieza pinta a tres seres primarios, en estado salvaje, que se dejan corroer y remolcar hacia una maldición cuyo germen se halla en el silencio y la insatisfacción.


Alejandro Ullúa acierta con su puesta y con la marcación actoral que conduce al lucimiento mayúsculo de tres eximios intérpretes. Con inteligencia, el director lleva a sus actores por un camino de austeridad y sutilezas. Georgina Rey, Mariano Mazzei y Martín Urbaneja son tres actores exquisitos que conforman un trío tan sólido como convincente en la creación visceral y profunda de sus personajes sombríos.

Georgina Rey compone con loable precisión a esa esposa mística e ilusionada que va in crescendo en su enajenación. Mariano Mazzei alterna entre el marido "convencional" y Ángeles. Su talento le permite pasar, con comodidad, del hombre de campo a esa mujer sutil, alejada de todo estereotipo, en una tarea de desdoblamiento muy acertada. Martín Urbaneja, por su parte, apela a un delicado equilibrio entre el cándido apasionado y el rudo peón de campo con lograda convicción. El diseño de escenografía y luces de la experimentada Magalí Acha dibuja lo austero de la inmensidad campera con los objetos necesarios para convertir el afuera en interior en un doble plano permanente. Los sonidos del entorno y la música seleccionada por el director terminan de completar una pintura por demás acertada.

El corazón del incauto regresa sobre un tema trascendental como lo es el amor. Desde la poética del melodrama campero se sumerge en la universalidad de un tópico que bucea sin ingenuidad en lo trágico. Tan trágico como suelen resultar los ostracismos, los deseos no concretados, la sexualidad reprimida y los lazos nacidos en lo patológico. Temas tan hondos que solo resultan categóricos de la mano de notables actuaciones, un texto lúcido y una dirección precisa.

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