PRENSA - QUÉ AZUL QUE ES ESE MAR
Revol
Que azul que es ese mar, una obra en cuatro dimensiones
por María José Rubin

Que azul que es ese mar involucra el cruce de dos líneas temporales: aquel momento pasado y una etapa posterior, donde los cuerpos de dos bailarines jóvenes y dos experimentados artistas son las caras de una moneda.

Que azul que es ese mar es una obra sobre el pasado y sobre su registro: ¿qué relación tenemos con lo que fuimos? ¿Qué de ello queda en nosotros y qué queda en una cinta de video? En el Teatro del Abasto, esta obra de Eleonora Comelli puede hacer esas y otras muchas preguntas, abriendo en el espectador una instancia de reflexión que no se cerrará fácilmente.
A partir del cortometraje Crucero, elaborado con secuencias de video que registran las vacaciones en el mar de una pareja a lo largo de años de su vida, Que azul que es ese mar involucra el cruce de dos líneas temporales: aquel momento pasado y una etapa posterior, donde los cuerpos de dos bailarines jóvenes y dos experimentados artistas son las caras de una moneda.
Como el oleaje del mar, las memorias van y vienen, y nunca son idénticas al romper en la costa. Cuál es el presente no parece una pregunta válida: la pareja joven y la pareja anciana se ven la una a la otra simétricamente, y cruzan sus caminos, abriendo una línea de fuga hacia la cuarta dimensión.
Evento curioso, ya que por momento la bidimensionalidad impera: las poses congeladas, los movimientos laterales, remiten acaso a esa pantalla donde el video intenta reponer un pasado inasible. “Es injusto”, dice la voz de Héctor, protagonista de la cinta: el registro no puede dar cuenta de la experiencia tanto como el agua que se corporiza en el escenario no puede ser el mar.



R: ¿Cómo fue el trabajo de emprender una obra de danza a partir de un corto, hecho a su vez con videos de viajes familiares?

E: Ese corto, Crucero, lo hizo mi esposo: ahí trabaja mucho con el material de descarte, con lo que no entraría en un video familiar, y a mí siempre me interesó; tenía una imagen y quería hacer algo con eso. Ante nada, analicé profundamente el video: su estructura, sus temas –el adelante y el atrás, los cuerpos, la pose–; trabajé con varios autores: “Lo imaginario” de Sartre, La cámara lúcida de Barthes, El teatro y su doble Artaud. Luego, lo que siempre hago es escribir mucho y, a partir de eso, empecé a trabajar con los chicos con pautas sobre el tema del tiempo y del ir y venir, el pasado y el futuro: no hay un punto de vista único.



R: Incorporaste el agua en el escenario como elemento físico.

E: El agua está muy presente en el video y en la obra es eso que está sucediendo, volátil, como en Heráclito.* Y esa agua va invadiendo cada vez más la escena.



R: El cuerpo mayor, la relación de familia, la herencia: son temas que también están presentes en tus otras obras: Domingo (2007) y Linaje (2010).

E: Sí, me gusta trabajar con diferentes generaciones: el mismo material de movimiento que hace una persona lo pasás a otra y cambia. En este caso, también me lo pedía la obra. Averigüé qué bailarines del ’60 y del ’70 todavía bailaban, porque en general hay pocas obras para ellos y al final devienen coreógrafos o docentes; a veces simplemente para mantener una relación con el escenario, no porque fuera algo deseado, pero hay que trabajar. Hay una tendencia a querer mantener la inmortalidad técnica que no deja lugar a esos cuerpos que pueden aportar tanta historia de vida sobre el escenario. Me parece bueno salirse de esto.


Los bailarines elegidos fueron Matías Echeverry y Laura Figueiras, del lado del pasado; Roberto Dimitrievitch y Stella Maris Isoldi, en la costa del futuro. Cuatro magníficos intérpretes que dan vida a una obra desafiante y sumamente disfrutable, con un imaginativo diseño de luces que hace honor a la fuente audiovisual de la que abreva Que azul que es ese mar.

http://revistarevol.com/actualidad/que-azul-que-es-ese-mar-una-obra-en-cuatro-dimensiones/